Por Ezequiel Eiben*
Vivir en la
Argentina de hoy es vivir en el statu quo diseñado y mantenido por los sectores
políticos predominantes. No cuesta mucho darse cuenta qué partidos que se ven
como opositores entre sí proponen en gran cantidad
de temas, más de lo mismo. Distintas caras de una misma moneda, básicamente.
Esa moneda es el estatismo.
El estatismo es la ideología pregonada por la mayoría del
arco político. Se basa en la creencia -literalmente, creencia dogmática como
una verdad de fe- de que el Estado es quien debe encargarse de la dirección de
la sociedad y resolver los problemas que otros generan. Implica la confianza
ciega en que un grupo de burócratas iluminados conoce mejor los intereses de
los ciudadanos que los propios ciudadanos y que por ende una actitud
paternalista ha de adoptarse en la persecución de los mismos.
Existe en todo debate político actual una falacia reconocida
por la filósofa Ayn Rand: la falacia de la abstracción congelada. Consiste en
sustituir cierto tema particular concreto por el tema general abstracto al que
pertenece. En este caso, se sustituye una política específica -el “estatismo”-
por la abstracción general “política”. De esta manera, se busca imponer o dar
por aceptada tácitamente una premisa básica, desde la cual se parte sin el
consentimiento de todos, de modo que lo único que resta por discutir son los
medios para su implementación.
Así funcionan nuestros políticos: la premisa básica es que el
“Estado presente” debe hacerse cargo de todos los aspectos fundamentales de
nuestra vida, y lo único que hay que debatir es la extensión o la medida de la
intervención. Lo que no se discute, es la premisa en sí. Es decir, no se
discute si efectivamente el Estado debe intervenir. Esta abstracción congelada
es nefasta, no sólo porque nubla la vista hacia un paisaje de opciones
distintas; sino porque concentra toda la acción en una dirección obligatoria,
impuesta o dada por aceptada, y no libremente o asumida por cada uno de los
partícipes.
De tal forma, vemos que si el oficialismo nacionaliza
empresas, la llamada “oposición” no se muestra en contra de la nacionalización,
sino simplemente de la manera en que esta se hace. Si el oficialismo aplasta
los derechos de los ciudadanos, la oposición no se queja del aplastamiento,
sino de la medida del mismo; es decir, no porque fuera una inmoralidad, sino
como si fuera una exageración.
Frente a este panorama de statu quo reinante, ¿cuál es el
papel del liberalismo? La tarea del liberalismo es mover el eje del debate
actual. Esto es, presentar ideas y propuestas políticas que realmente sean una
antítesis del estatismo que impera. El liberalismo es la corriente de
pensamiento que tiene el material que hace falta para constituir una verdadera
oposición en el espectro político argentino. Una oposición de fondo, no
meramente de forma. Una oposición de raíz, no meramente superficial.
Principios básicos del liberalismo como los derechos individuales, mercados libres y no agresión son las ideas que el país necesita, las que realmente presentan batalla contra el avance del Leviatán sobre nuestra vida, libertad, propiedad y privacidad.
Principios básicos del liberalismo como los derechos individuales, mercados libres y no agresión son las ideas que el país necesita, las que realmente presentan batalla contra el avance del Leviatán sobre nuestra vida, libertad, propiedad y privacidad.
El liberalismo es el llamado a defender la autonomía
individual, la libre iniciativa, la prosperidad sin penalización, el
desenvolvimiento de la creatividad e imaginación sin ataduras por parte de la
mediocridad y el resentimiento. El liberalismo, al mover el eje del debate,
debe demostrar que, en términos futbolísticos, el River-Boca de la política
argentina no es el estatismo peronista vs el estatismo radical, o el estatismo peronista
vs el estatismo peronista disidente. El estatismo juega para el mismo bando. El
verdadero superclásico, el que presenta dos equipos diferentes cuyas visiones
filosóficas difieren en lo esencial, es el estatismo vs el liberalismo.
En definitiva, si no queremos más de lo mismo, lo que en
Argentina equivale a decir más estatismo, reivindiquemos el pensamiento
liberal. Volvamos a ubicar al liberalismo en el lugar que le corresponde; aquel
lugar de gloria que en este país tuvo una de sus máximas expresiones en la obra
del notable Juan Bautista Alberdi, cuyas Bases fueron fundamentales para la
Constitución de 1853. Movamos el eje del debate. Que el liberalismo esté
presente en la discusión. Si es así, los resultados beneficiosos llegarán.
(*)Perfil: Ezequiel Eiben
Nació en San
Juan, en el año 1987. Es egresado del Instituto para Jóvenes Líderes en Israel, con
diploma por trabajo voluntario en investigación periodística; y egresado del
Instituto de Inglés Saint Paul, con 4 diplomas por exámenes internacionales. Se
ha desempeñado como periodista y escritor. Ha sido Secretario de la
organización sionista argentina filial Córdoba. Es estudiante de Derecho, investigador
asociado de la Fundación Bases de Rosario, y presidente del Partido LiberalLibertario de Córdoba.
1 comentario:
no hay nada mas que contribuya a un mayor retroceso, que una mirada hacia un pensamiento liberal y una juventud que acude a ello jactandose de conceptos (ej: estatismo)que no hacen mas que mostrar hermetismo, ademas de una real falta y presentacion de ideas "nuevas".
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