Por Ana Clara Pérez Cotten*
La nueva herramienta comunicacional es una de las favoritas de la Presidenta. El dispositivo se puso en marcha
el 20 de noviembre, y nació como una bienvenida a Cristina luego de su
recuperación. Los militantes ya proponen hasta los temas de la charla.
Como una rutina, la escena se repite al
finalizar cada acto en la Casa Rosada.En el marco de un diálogo informal, la
presidenta Cristina Fernández se asoma por los distintos balcones de la Casa
Rosada, los llama “compañeros” o “mis queridos jóvenes” y les dedica un
discurso mucho más coloquial que los que suele dar desde el atril. Cuando
termina el mensaje –que puede orbitar en torno a su militancia juvenil en los
’70, a cuestiones coyunturales como el programa Precios Cuidados o tratar temas
de fondo como qué es el kirchnerismo– se despide con un “los quiero mucho” o
“los llevo en el corazón”.
La nueva herramienta de
comunicación del gobierno nació como una bienvenida. El 20 de noviembre, cuando
la presidenta volvió a la Casa Rosada después de más de un mes de reposo tras
la operación a la que se sometió por el derrame subdural, Unidos y Organizados
convocó a los militantes a llenar la Casa Rosada para que el regreso fuera
cálido y con impronta política. Esa tarde, les tomó juramento a los nuevos
integrantes del Gabinete y se asomó por primera vez a los balcones internos de
la Casa Rosada. Fue el comienzo del último tramo de su segundo mandato.
Desde entonces, la mandataria usa
el nuevo escenario para dialogar con los militantes y dar mensajes más informales.
“A medida que voy hablando me voy acordando de cosas”, confesó sobre su técnica
ante los jóvenes el 2 de abril, ni bien terminó el acto oficial por el
aniversario de la Guerra de Malvinas, en una ratificación de que esos mensajes
–que a veces están cargados de definiciones políticas– son, al menos en gran
parte, espontáneos. “Creo que la presidenta está intentando salir gradual y
relativamente de un estilo caracterizado por discursos más duros y
confrontativos hacia otro estilo que implica un cierto giro en torno al tono y
probando puestas en escena que caractericen algo de interacción ciudadana, y
así desacralizar la imagen rígida que suelen los transmitir los líderes”,
analiza Mario Riorda, consultor en estrategia y comunicación política de
gobiernos y partidos. Sin embargo, insiste en la necesidad de entender a la
comunicación como un sistema y no como una colección de hechos puntuales:
“Montar un dispositivo comunicacional implica ordenar muchos otros elementos o
acciones y ser convergente. No veo eso en este caso y eso encarna el principal
riesgo”. También advierte sobre el peligro de abusar de la herramienta sin
considerar los tonos del contexto que “en términos de aceptación, no son
equiparables a dos años atrás”. Según Riorda, la nueva estrategia puede
plantear otro problema: que no se vea como espontánea o que se realice por
cadena nacional –algo que hasta ahora no ocurrió– sin hechos significativos que
lo ameriten.
Cuando termina el mensaje oficial
desde el Salón de las Mujeres del Bicentenario, la presidenta camina pocos
pasos hasta el balcón que da a la Galería de los Patriotas Latinoamericanos del
Bicentenario o al de las Palmeras, el espacio central de la Casa de Gobierno.
La siguen las cámaras y, a escasos metros, los referentes de La Cámpora: Andrés
“Cuervo” Larroque, Axel Kicillof, Julián Álvarez, Eduardo “Wado” De Pedro y
Juan Cabandié. Mientras escuchan el mensaje acodados en las barandas del
balcón, festejan las consignas de los militantes. En las últimas
intervenciones, se sumó un nuevo invitado a ese “palco” más militante: el cura
Juan Carlos Molina, responsable de la Sedronar y del programa Recuperar
Inclusión. La instancia es necesariamente más informal y los ministros del
Gabinete, que minutos antes participaron del acto oficial, pasan en ese momento
a un segundo plano. Atento a las definiciones políticas de la mandataria, el
secretario de Legal y Técnica, Carlos Zanini, el 2 de abril se refugió junto a
un mozo en uno de los balcones laterales y, camuflado por la escena como un
militante más, escuchó a el relato íntimo de la jefa de Estado sobre su
experiencia en la Plaza de Mayo el primer 17 de octubre sin Perón, en 1974, y
su mirada sobre lo que hoy encarna el kirchnerismo: “Esto excede al peronismo,
involucra también a otras fuerzas políticas, a otras identidades históricas. Lo
definiría como el gran movimiento nacional, popular y democrático”.
La organización es compartida: La
Cámpora y demás organizaciones kirchneristas convocan, aleatoriamente, a los
militantes de distintas Unidades Básicas mientras que la Secretaría de
Comunicación Pública y el el secretario general de la Presidencia, Oscar
Parrilli,organizan el dispositivo de pantallas, micrófonos y parlantes que
propagan el mensaje en todo el edificio.
“¡Cuiden el Patio de Las Palmeras
que lo estamos reconstruyendo!”, retó la semana pasada a un grupo que saltaba
alborotado alrededor de la fuente central. La imagen de los patios internos
repletos de jóvenes con banderas se retroalimenta con la del saludo de la
mandataria desde los balcones en una postal que algunos interpretan como una
reminiscencia de las escenas históricas del Peronismo. “Creo que tiene
componentes de la lógica histórica de la comunicación peronista y otros propios
del estilo de la presidenta. Combinados, dan un estilo sui generis”, analiza
Riorda.
La repetición del ejercicio de la
presidenta hizo que los militantes comprendieran que además de sacarle fotos,
podían interpelarla. Dejaron de gritarle “te amo” y “fuerza” y comenzaron a
enunciar tópicos para que opine: “¡Precios Cuidados!”, “¡Hay que aumentar la
AUH!”. Ella les encomienda tareas. Les pidió que usen los códigos comunes que
tienen con los jóvenes adictos para ayudarlos a encarar un tratamiento y,
consciente del público que la escuchaba, habló sin rodeos sobre el tema: “Los
que tienen plata consumen de la buena”. Una semana después, les recomendó
estudiar política internacional para entender el nuevo entramado global. En
clave política, también los corrige: “Esas consignas que tanto me cantan, con
tanto amor y pasión… A liberación le agregaría construcción. Más construcción y
organización, chicos”.
(*)Ana Clara es Lic. en ciencias políticas, docente y periodista de Tiempo Argentino.
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