¿Receta anti-populista o poca autocrítica?
Por Adriel Achaval*
En principio, lo que me gustaría mostrar en la nota es una
breve reseña de los resultados de la elección del 25 de octubre. Viendo los
números finales del escrutinio podemos sacar una conclusión -no sabemos si
acertada o no, el tiempo lo dirá- sobre el escenario político en Argentina que
de alguna manera se ha polarizado nuevamente. Ahora no enfrentando estructuras
partidarias, sino liderazgos fuertes, la pieza principal de la representación
en diversos países de Latinoamérica. Antes de expresar mi análisis meramente
teórico, me gustaría reflexionar sobre el ineludible vuelco hacia la derecha
que ha mostrado el electorado,bien representado por algún meme en las redes
sociales, donde se muestra el ciclo político de la Argentina a lo largo de su
historia. Sobre esa imagen está basada
mi teoría.
En los últimos años del segundo mandato de Cristina
Fernández, se vio un proceso de endurecimiento discursivo desde el
Kirchnerismo, gracias a un convoy de políticas de derechos humanos y repetición
hasta el hartazgo de un sentido común para las mismas que, desde la
reminiscencia hacia el pasado y la memoria, conformaron una identidad política
nueva en la Argentina: el “Kirchnerismo propiamente dicho”, concepto presentado
como un movimiento que trascendió al Peronismo. Es en ese preciso momento donde
comienza a forjarse una falta de compresión de las demandas de los ciudadanos.
Al alejarse del Peronismo, el Frente para la Victoria ya no es un espacio de
representación abierto y contenedor como lo había sido en los años más
‘pejotistas’ de su gobierno. Sino que se convirtió en un espacio representativo
solamente para los duros (crítica constante que se le hace al radicalismo).
Este endurecimiento va acompañado de un modelo económico y
político que no responde a las demandas de la clase media mayoritaria en la
Argentina (gestada por el mismo Kirchnerismo), que además comienza a realizar
reclamos de derechos con necesidades diferentes a las que existieron en épocas
donde las prioridades eran más elementales, como el trabajo y el alimento:
léase ganancias, disminución impositiva con menor presión fiscal y políticas
sociales superadas para reincorporar a los beneficiarios al mundo del trabajo.
Éste se podría decir que es el primer “error” del Frente para la Victoria.
Por otro lado, el Kirchnerismo, confiado, perdió poder de
representación en diversos grupos en los cuales está enraizada la identidad
Peronista. A tales grupos,el sentido común de lo “nacional & popular”, punto
nodal de la identidad Kirchnerista propiamente dicha, no pudo ni supo llegar.
Un ejemplo es la no llegada real del Kirchnerismo a las identidades
provinciales y locales, en las cuales hay una existencia del Peronismo muy
marcada.
Para hacerlo más grafico, digamos que el populismo es una
piedra lanzada al mar, que como resultado produce en el agua (la sociedad) una
onda expansiva. Esta primera onda es el Peronismo, que ha llegado a penetrar la
identidad política de una gran parte del pueblo; la segunda ola expansiva,
evidentemente más pequeña, es el Kirchnerismo, que ha creado una identidad
política que representa a una menor cantidad de gente.
En países populistas como el nuestro se impone como lógica
homogeneizante de representación aquel discurso (proyecto o propuesta) que
logre ampliarse o universalizarse, para que dentro de su sentido común
quede articulada la mayor cantidad de demandas de la mayor cantidad de grupo
diversos que existen en la sociedad. Esto es lo que supo leer o construir (no
creo en una intencionalidad, ya que me resulta complejo pensar que esto se
genere de una manera instrumental) Mauricio Macri en su espacio Cambiemos. Aquí
es donde, adaptándose a un piso de derechos que ya la sociedad reconoce como
propios, instaló la idea del “cambio” en donde una mayor cantidad de personas y
de grupos sociales se ven representados, proyectando en ese “cambio” lo que
espera para su beneficio propio.
Esto sucedió de alguna manera vaciando de contenido la idea
de“cambio”, que genera que se amplíe la diversidad del público a la cual éste
representa, cosa contraria a lo hecho por el Kirchnerismo del status quo o
“cerrado”. En un análisis demasiado simplificado de la coyuntura se podría decir
que estamos en un escenario de Cambio vs Status Kuo.
Retomando lo anterior y a modo de conclusión de cara a las
elecciones del 22 de noviembre, opino que ante una polarización en donde el
cambio tiene un enemigo en común que es el Kirchnerismo (corrupto y
fanfarrón, en lo que a la opinión pública respecta), lo único que puede torcerle
el brazo a las tendencias que se escuchan por estos días es una aproximación
muy explícita del Frente para la Victoria al Peronismo de estructura (PJ). Y
que esta aproximación sea bien recibida y sea conveniente para aquellos que
hace años han sido desplazados, discursiva y materialmente, del movimiento por
parte de esta “Trascendencia del Peronismo”. De igual modo, podemos decir que
lo que definirá la elección será su capacidad para abrirse como espacio de
representación del voto independiente que no eligió a Macri como alternativa, y
esperar sumar algunos puntos por lo que fue el voto castigo a Aníbal Fernández.
¿Quién es Adriel Achaval?
Adriel es peronista, tiene 23 años y es Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Católica de Córdoba.
Participa en política integrando las filas de La
Militante, agrupación que conduce Franco Miranda, titular de la Agencia Córdoba Joven y Legislador electo por la provincia de Córdoba.
Además, Adriel trabaja en la Agencia Córdoba Joven.
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