lunes, 16 de noviembre de 2015

Adriel Achaval: "Cambio vs. Status Kuo"

¿Receta anti-populista o poca autocrítica?
En principio, lo que me gustaría mostrar en la nota es una breve reseña de los resultados de la elección del 25 de octubre. Viendo los números finales del escrutinio podemos sacar una conclusión -no sabemos si acertada o no, el tiempo lo dirá- sobre el escenario político en Argentina que de alguna manera se ha polarizado nuevamente. Ahora no enfrentando estructuras partidarias, sino liderazgos fuertes, la pieza principal de la representación en diversos países de Latinoamérica. Antes de expresar mi análisis meramente teórico, me gustaría reflexionar sobre el ineludible vuelco hacia la derecha que ha mostrado el electorado,bien representado por algún meme en las redes sociales, donde se muestra el ciclo político de la Argentina a lo largo de su historia. Sobre esa imagen está basada mi teoría.
En los últimos años del segundo mandato de Cristina Fernández, se vio un proceso de endurecimiento discursivo desde el Kirchnerismo, gracias a un convoy de políticas de derechos humanos y repetición hasta el hartazgo de un sentido común para las mismas que, desde la reminiscencia hacia el pasado y la memoria, conformaron una identidad política nueva en la Argentina: el “Kirchnerismo propiamente dicho”, concepto presentado como un movimiento que trascendió al Peronismo. Es en ese preciso momento donde comienza a forjarse una falta de compresión de las demandas de los ciudadanos. Al alejarse del Peronismo, el Frente para la Victoria ya no es un espacio de representación abierto y contenedor como lo había sido en los años más ‘pejotistas’ de su gobierno. Sino que se convirtió en un espacio representativo solamente para los duros (crítica constante que se le hace al radicalismo).
Este endurecimiento va acompañado de un modelo económico y político que no responde a las demandas de la clase media mayoritaria en la Argentina (gestada por el mismo Kirchnerismo), que además comienza a realizar reclamos de derechos con necesidades diferentes a las que existieron en épocas donde las prioridades eran más elementales, como el trabajo y el alimento: léase ganancias, disminución impositiva con menor presión fiscal y políticas sociales superadas para reincorporar a los beneficiarios al mundo del trabajo. Éste se podría decir que es el primer “error” del Frente para la Victoria.
Por otro lado, el Kirchnerismo, confiado, perdió poder de representación en diversos grupos en los cuales está enraizada la identidad Peronista. A tales grupos,el sentido común de lo “nacional & popular”, punto nodal de la identidad Kirchnerista propiamente dicha, no pudo ni supo llegar. Un ejemplo es la no llegada real del Kirchnerismo a las identidades provinciales y locales, en las cuales hay una existencia del Peronismo muy marcada.
Para hacerlo más grafico, digamos que el populismo es una piedra lanzada al mar, que como resultado produce en el agua (la sociedad) una onda expansiva. Esta primera onda es el Peronismo, que ha llegado a penetrar la identidad política de una gran parte del pueblo; la segunda ola expansiva, evidentemente más pequeña, es el Kirchnerismo, que ha creado una identidad política que representa a una menor cantidad de gente.
En países populistas como el nuestro se impone como lógica homogeneizante de representación aquel discurso (proyecto o propuesta) que logre ampliarse o universalizarse, para que dentro de su sentido común quede articulada la mayor cantidad de demandas de la mayor cantidad de grupo diversos que existen en la sociedad. Esto es lo que supo leer o construir (no creo en una intencionalidad, ya que me resulta complejo pensar que esto se genere de una manera instrumental) Mauricio Macri en su espacio Cambiemos. Aquí es donde, adaptándose a un piso de derechos que ya la sociedad reconoce como propios, instaló la idea del “cambio” en donde una mayor cantidad de personas y de grupos sociales se ven representados, proyectando en ese “cambio” lo que espera para su beneficio propio.
Esto sucedió de alguna manera vaciando de contenido la idea de“cambio”, que genera que se amplíe la diversidad del público a la cual éste representa, cosa contraria a lo hecho por el Kirchnerismo del status quo o “cerrado”. En un análisis demasiado simplificado de la coyuntura se podría decir que estamos en un escenario de Cambio vs Status Kuo.
Retomando lo anterior y a modo de conclusión de cara a las elecciones del 22 de noviembre, opino que ante una polarización en donde el cambio tiene un enemigo en común que es el Kirchnerismo (corrupto y fanfarrón, en lo que a la opinión pública respecta), lo único que puede torcerle el brazo a las tendencias que se escuchan por estos días es una aproximación muy explícita del Frente para la Victoria al Peronismo de estructura (PJ). Y que esta aproximación sea bien recibida y sea conveniente para aquellos que hace años han sido desplazados, discursiva y materialmente, del movimiento por parte de esta “Trascendencia del Peronismo”. De igual modo, podemos decir que lo que definirá la elección será su capacidad para abrirse como espacio de representación del voto independiente que no eligió a Macri como alternativa, y esperar sumar algunos puntos por lo que fue el voto castigo a Aníbal Fernández.

¿Quién es Adriel Achaval?
Adriel es peronista, tiene 23 años y es Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Católica de Córdoba. 
Participa en política integrando las filas de La Militante, agrupación que conduce Franco Miranda, titular de la Agencia Córdoba Joven y Legislador electo por la provincia de Córdoba. 
Además, Adriel trabaja en la Agencia Córdoba Joven.
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