En reiteradas oportunidades hemos escuchado en estas últimas
semanas hablar de la necesidad de cerrar la grieta, la rencorosa e histórica
grieta. No es la intención de este artículo referirla a uno u otro bando como
su causante y/o consecuente, sino que es necesario observar que los argentinos
hemos parido lenta y progresivamente la república no sin fuertes dolores:
saavedristas y morenistas en la década revolucionaria de 1810-1820, unitarios y
federales, liberales y conservadores, peronistas y radicales, militares y
demócratas, populistas y republicanos, y la lista podría seguir dependiendo del
criterio utilizado para marcar lo que nos ha distinguido como grupo humano.
Sin ánimo de entrar en los por qué históricos de cada
brecha, es necesario entender que cada uno de los enfrentamientos antes
mencionados han causado demasiado dolor en historia, ríos de sangre y de tinta.
Pues bien, grieta es un término que proviene de latín vulgar crepta, participio
del verbo crepare, y su significado quiere decir crujir, rechinar, crepitar, a
los que se asocia el verbo latino crepitare, que hace alusión a “hacer un ruido
diferente a otro”, quebrar, discrepar. La grieta separa lo que naturalmente
permanecía unido, como en las fisuras producidas por un terremoto, o la rama
quebrada de un árbol luego de un fuerte viento. Hay diversos motivos como hay
diversas grietas, sin embargo en todas ellas nos encontramos con que algo se ha
roto, y esto duele, y si no se atiende a tiempo puede abrirse cada vez más, o
pueden generarse nuevas grietas sobre la ya existente, hasta convertir en
frágil lo que parecía inquebrantable.
Así, para llegar a una solución al problema de la enemistad
entre ciudadanos, es fundamental que podamos no solo ver de dónde proviene la
grieta como elemento histórico, sino cómo ella es en sí y no a partir de
fenómenos. Bien nos sirve las categorías kantianas del noúmeno y del fenómeno,
entendiendo a éste último como el correlato del objeto con la sensibilidad, en
pocas palabras, las cosas concretas: un árbol, una casa, una persona; y al
noúmeno como “la cosa en sí”, eso que permanece sin necesidad de figura
material-sensible: el alma, la mente.
Es vital que podamos llegar a la profundidad del problema
para avizorar el drama de la distancia entre los argentinos, entre habitantes
de un mismo suelo, vaciándonos del envoltorio histórico que solo nos habla del
folclore de época y emprendiendo la búsqueda de un camino en conjunto, una causa
común, la de la reparación de aquello que parece irreparable, la de la unión de
la sangría latente que a cada momento nos recuerda lo acontecido y no nos deja
mirar hacia adelante, sin por esto ser indiferentes, sino mas bien diferentes a
quienes han leído de una u otra forma su presente y su pasado antes que
nosotros.
Mirar hacia adelante requiere firmeza de espíritu y
templanza de ánimo, pero también pasión por vislumbrar en el horizonte ese país
que anhelamos y por el que nativos, criollos e inmigrantes han dado su vida, en
algunos casos cruelmente. Ese proyecto común que nos merecemos, en el que
estamos todos y del que debemos sentirnos parte. En ese caminar siempre se
producen rupturas, frente a ellas sabemos lo que no debemos hacer: dejarlas sin
sanar. Cerrar la grieta es una necesidad imperiosa para los argentinos que este
año celebraremos los 200 años de nuestra independencia y cerraremos 6 años de
festejos por los acontecimientos que dieron origen a la propia historia.
Es necesario, pues, que seamos verdaderamente libres, más
allá de la proclama histórica, o de cualquier reivindicación de tribuna. Libres
de prejuicios, libres de enemistades, libres de egoísmos, solo así podremos
mirar hacia adelante y cerrar la grieta. Solo así el proyecto común que
anhelamos será posible, pues como bien anticipó el gaucho Fierro: “si entre
hermanos se pelean, los devoran los de afuera”, solo resta desear que “los
hermanos sean unidos”.
¿Quién es Emilio Rodríguez Ascurra?
Emilio Rodríguez Ascurra tiene 26 años, es Experto en
Filosofía con trayecto en Filosofía de la Religión. Actualmente, prepara su
tesis de Licenciatura en Filosofía. Se ha desempeñado como columnista de la Revista on line de
la Editorial San Pablo, de los sitios web Yo Creo, Religión
Digital (España) y Autores Católicos (EE.UU). Además, colaboró con la revista Vida
Nueva, edición para el Cono Sur, en la sección de cultura. En la actualidad, por su vocación docente, está al frente de diversas cátedras de filosofía en formación profesional
educativa y técnica.
1 comentario:
Filosofía de la religión = CHUPACIRIOS
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