lunes, 15 de febrero de 2016

Los hermanos sean unidos

En reiteradas oportunidades hemos escuchado en estas últimas semanas hablar de la necesidad de cerrar la grieta, la rencorosa e histórica grieta. No es la intención de este artículo referirla a uno u otro bando como su causante y/o consecuente, sino que es necesario observar que los argentinos hemos parido lenta y progresivamente la república no sin fuertes dolores: saavedristas y morenistas en la década revolucionaria de 1810-1820, unitarios y federales, liberales y conservadores, peronistas y radicales, militares y demócratas, populistas y republicanos, y la lista podría seguir dependiendo del criterio utilizado para marcar lo que nos ha distinguido como grupo humano.
Sin ánimo de entrar en los por qué históricos de cada brecha, es necesario entender que cada uno de los enfrentamientos antes mencionados han causado demasiado dolor en historia, ríos de sangre y de tinta. Pues bien, grieta es un término que proviene de latín vulgar crepta, participio del verbo crepare, y su significado quiere decir crujir, rechinar, crepitar, a los que se asocia el verbo latino crepitare, que hace alusión a “hacer un ruido diferente a otro”, quebrar, discrepar. La grieta separa lo que naturalmente permanecía unido, como en las fisuras producidas por un terremoto, o la rama quebrada de un árbol luego de un fuerte viento. Hay diversos motivos como hay diversas grietas, sin embargo en todas ellas nos encontramos con que algo se ha roto, y esto duele, y si no se atiende a tiempo puede abrirse cada vez más, o pueden generarse nuevas grietas sobre la ya existente, hasta convertir en frágil lo que parecía inquebrantable.
Así, para llegar a una solución al problema de la enemistad entre ciudadanos, es fundamental que podamos no solo ver de dónde proviene la grieta como elemento histórico, sino cómo ella es en sí y no a partir de fenómenos. Bien nos sirve las categorías kantianas del noúmeno y del fenómeno, entendiendo a éste último como el correlato del objeto con la sensibilidad, en pocas palabras, las cosas concretas: un árbol, una casa, una persona; y al noúmeno como “la cosa en sí”, eso que permanece sin necesidad de figura material-sensible: el alma, la mente.
Es vital que podamos llegar a la profundidad del problema para avizorar el drama de la distancia entre los argentinos, entre habitantes de un mismo suelo, vaciándonos del envoltorio histórico que solo nos habla del folclore de época y emprendiendo la búsqueda de un camino en conjunto, una causa común, la de la reparación de aquello que parece irreparable, la de la unión de la sangría latente que a cada momento nos recuerda lo acontecido y no nos deja mirar hacia adelante, sin por esto ser indiferentes, sino mas bien diferentes a quienes han leído de una u otra forma su presente y su pasado antes que nosotros.
Mirar hacia adelante requiere firmeza de espíritu y templanza de ánimo, pero también pasión por vislumbrar en el horizonte ese país que anhelamos y por el que nativos, criollos e inmigrantes han dado su vida, en algunos casos cruelmente. Ese proyecto común que nos merecemos, en el que estamos todos y del que debemos sentirnos parte. En ese caminar siempre se producen rupturas, frente a ellas sabemos lo que no debemos hacer: dejarlas sin sanar. Cerrar la grieta es una necesidad imperiosa para los argentinos que este año celebraremos los 200 años de nuestra independencia y cerraremos 6 años de festejos por los acontecimientos que dieron origen a la propia historia.
Es necesario, pues, que seamos verdaderamente libres, más allá de la proclama histórica, o de cualquier reivindicación de tribuna. Libres de prejuicios, libres de enemistades, libres de egoísmos, solo así podremos mirar hacia adelante y cerrar la grieta. Solo así el proyecto común que anhelamos será posible, pues como bien anticipó el gaucho Fierro: “si entre hermanos se pelean, los devoran los de afuera”, solo resta desear que “los hermanos sean unidos”.

¿Quién es Emilio Rodríguez Ascurra?
Emilio Rodríguez Ascurra tiene 26 años, es Experto en Filosofía con trayecto en Filosofía de la Religión. Actualmente, prepara su tesis de Licenciatura en Filosofía. Se ha desempeñado como columnista de la Revista on line de la Editorial San Pablo, de los sitios web Yo Creo, Religión Digital (España) y Autores Católicos (EE.UU). Además, colaboró con la revista Vida Nueva, edición para el Cono Sur, en la sección de cultura. En la actualidad, por su vocación docente, está al frente de diversas cátedras de filosofía en formación profesional educativa y técnica.
Rodríguez Ascurra en Twitter.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Filosofía de la religión = CHUPACIRIOS