Por Flor Santillán
¿Habrá rampa? ¿Tendrá ascensor? ¿Los baños estarán adaptados? ¿Cuántas veces pensaron, a lo largo de su vida, hacerse esa pregunta antes de ir a un lugar? ¿Alguna vez nos ponemos a pensar si todos y todas podemos elegir los lugares a donde queremos asistir? Yo nunca antes me detenía a pensarlo, ahora si. Antes de ir a cualquier lugar, esas son las primeras preguntas a las cuales les tengo que encontrar una respuesta y, recién ahí, saber si puedo o no ir a un bar, una casa, un show, un boliche.
Un déficit neuromotor progresivo, con causa que aún está esta estudio, me presentó a la silla de ruedas (yo le puse de nombre “Sarita”). Desde ese día, y tomando prestada la frase de una amiga, “la silla de ruedas soy yo”. Si voy a una reunión, la silla viene conmigo, si voy al baño, la silla viene conmigo, yo voy con la silla, y la silla viene conmigo.
Accesibilidad
¿Qué significa accesible? Según la definición de diccionario, accesible es un adjetivo que indica “de fácil acceso, que tiene acceso”. Pero, ¿todo es accesible para todos y todas? Acá puedo gritar la respuesta y digo ¡no!
Las personas que convivimos con alguna reducción o discapacidad motriz nos encontramos, día a día, con la imposibilidad de entrar, circular y permanecer en todo tipo de lugares con la misma libertad y comodidad que todos y todas.
Rampas inexistentes, rotas o tapadas por autos/bicicletas/motos, veredas en pésimo estado, falta de baños adaptados y lugares que no cuentan con ascensores para poder trasladarnos a una planta alta o a otro piso es la “accesibilidad” que nos presenta nuestra ciudad (provincia, país). Nuestra “condición” física nos convierte, automáticamente, en una persona que no tiene libertad de elegir, que está condicionada, que la sociedad discapacita con sus ojos, su mirada, su auto estacionado sobre la rampa.
La falta de accesibilidad es el factor común en los ámbitos privados y públicos, lo que demuestra la falta de intención política de los gobiernos de hacer cumplir con lo que las leyes, sancionadas hace décadas, indican. “Inclusión”, “para todos y todas”, son meros eslogan y frases de cotillón que los gobiernos nos han pasado por la televisión durante años.
¿Lo legal?
La Ley Nacional 22.431 y la 24.901 son las leyes que garantizan la protección integral y el cumplimiento de las prestaciones básicas para personas que conviven con algún tipo de reducción o discapacidad.
Córdoba está adherida a estas leyes, sin embargo lejos está de ser una Ciudad y una provincia para todos y todas. En su gran mayoría, los lugares de tipo “social” (bares, negocios) no cuentan con la adaptación para que todas las personas puedan entrar, circular y permanecer de manera libre, sin embargo esos lugares pasaron (en teoría) por una inspección previa antes de ser habilitados, y funcionan sin cumplir con lo que la ley indica.
Gran parte de las instituciones educativas (colegios, guarderías, universidades) son inaccesibles, tienen 2 ó 3 pisos y no cuentan con ascensor, las rampas son invisibles y hay un “baño para discapacitados” que tenes que pedir la llave antes de poder usarlo. ¿Y los gobiernos? Bien, gracias. Las leyes se sancionan, no se cumplen, no se presupuestan pero se “encuentran” 16.000 sillas de ruedas tiradas en un depósito.
Gran parte de las instituciones educativas (colegios, guarderías, universidades) son inaccesibles, tienen 2 ó 3 pisos y no cuentan con ascensor, las rampas son invisibles y hay un “baño para discapacitados” que tenes que pedir la llave antes de poder usarlo. ¿Y los gobiernos? Bien, gracias. Las leyes se sancionan, no se cumplen, no se presupuestan pero se “encuentran” 16.000 sillas de ruedas tiradas en un depósito.
A las personas que convivimos con una reducción o discapacidad no nos discapacita nuestra silla o nuestro bastón, nos discapacita la desidia política de los gobiernos, el olvido de los funcionarios, el sistema de salud pública que ellos han vaciado, desbastado, reventado en favor de sus negocios con la salud privada, que no es de acceso para todos y todas y que juega un juego morboso de burocracia y trabas en donde, de por medio, está nuestra salud.
Nosotros no somos “unos discapacitados”, a nosotros nos discapacita un sistema que convierte a la sociedad en un lugar para ricos, flacos y personas que caminan sobre dos piernas.
#AccesibilidadYa
“No hace falta esperar a ser la causa”, siempre usé esa frase durante mi militancia política. Mi silla de ruedas me abrió las puertas de un mundo que ni yo ni mi familia conocíamos. Es mundo duro, muy duro, pero lo más duro es ver que es un “mundo” separado del “otro mundo”. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por usar silla de ruedas, no tengo los mismos derechos que las personas que andan trotando sobre sus dos piernas? Mi silla de ruedas y yo, tenemos los mismos derechos que tus piernas y vos. Y por eso voy a pelar.
#AccesibilidadYa es una campaña que emprendí desde las redes sociales. La campaña apunta a difundir y concientizar sobre la verdadera inclusión, la vida de todos en un solo mundo, y los derechos de las personas que tenemos alguna reducción o discapacidad.
Una foto con el hashtag #AccesibilidadYa es el aporte que ya han hecho casi un centenar de personas. Mi invitación es esa: peleamos por un mundo más inclusivo entre todos. Hablemos en casa, en la facu, en el trabajo. Hablemos de inclusión y discapacidad. Integremos, incluyamos, exijamos.
Nos involucremos, no esperemos a ser la causa para defenderla. Si todos incluimos y exigimos inclusión, la tierra (algún día) será el paraíso.
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