Por Norman Berra
La discusión política sobre el voto joven a partir de la
intención del kirchnerismo de avanzar con la reforma al Código Electoral para
que a partir de los 16 años se pueda votar en elecciones generales se ha
exacerbado precisamente en septiembre, que
primavera de por medio es considerado un mes caro a la juventud.
Trataremos de enfocar esta cuestión planteando una serie de consideraciones
iniciales, una suerte de punto cero de enfoque antes de revisar información más
descriptiva de tendencias al respecto.
El abordaje del tema juventud y política (y más en
particular, juventud y voto) no debe soslayar el contexto histórico reciente,
que en los últimos años ha mostrado un intenso protagonismo por parte de grupos
juveniles como los estudiantes secundarios de grandes urbes (entre ellas,
Capital Federal y Córdoba) protestando contra la política educativa de los
respectivos gobiernos y la falta de inversiones en establecimientos educativos
(de hecho, por estos días en Capital ya hay 29 colegios tomados por alumnos
secundarios que rechazan la propuesta curricular del gobierno porteño).
Además de esos reclamos, las agendas en cada caso
incorporaban ocasionalmente cuestiones de debate ideológico más amplio, sobre
todo cuando la incidencia de fuerzas partidarias de izquierda dentro de esos
grupos era palpable. Estos síntomas de
una especie de ola de "activismo joven" forman parte del clima de la
época, fogoneado por fuerzas políticas como el kirchnerismo, el PRO y el FrenteAmplio Progresista (FAP), principalmente. Esta variedad ideológica es sin duda
positiva, pues conjura el peligro (muchas veces esgrimido por la oposición al
gobierno nacional) de “cooptación” o “adoctrinamiento” respecto de ese segmento
etario: en términos cuantitativos, la iniciativa del oficialismo permitiría
incorporar al padrón alrededor de 1,5 millón de jóvenes en las estimaciones más
optimistas, y de alrededor de la mitad en cálculos más conservadores. Dentro de
ese volumen, así como habrá jóvenes que se identifiquen con el oficialismo,
también se podrá encontrar que se critique al oficialismo y, por qué no, que
haya juventud dispuesta a correr "por izquierda" o “por derecha” a la agenda del kirchnerismo.
Usamos el término “agenda” a propósito, porque justamente
unas de las habilidades del oficialismo ha pasado por instalar temas como éste
en la agenda y dividir opiniones dentro de la oposición (que no acierta a
proponer una agenda alternativa, lo que marca su debilidad en materia de
iniciativa política, al punto que cuando Hugo Moyano confirmó su ruptura con el
gobierno, muchos opositores corrieron detrás de la agenda instalada por el
sindicalista que pocos meses atrás execraban). Dentro del PRO y del FAP, por ejemplo, hay posiciones divididas respecto
de la iniciativa, incluso en el clan Moyano hay disidencia, pues mientras Hugo
se opone considerando que “muchos jóvenes no están preparados y no tienen
noción”, su hijo Facundo (diputado del FPV) está de acuerdo con la iniciativa.
Mientras Moyano padre sobreactúa su rol de opositor al gobierno oponiéndose al
voto juvenil como una oposición más, su hijo particulariza la cuestión, dada su
inserción dentro del segmento de delegados gremiales más jóvenes del
sindicalismo.
Por supuesto, las diferencias de opinión al interior de cada
espacio no tienen nada de malo; en todo
caso, lo criticable son las posiciones defensivas, que parten de la premisa de
que el voto juvenil es un “coto de caza” del oficialismo, en lugar de plantear
una posición competitiva desde la oposición al gobierno. En este sentido, es
saludable que después de las reacciones iniciales francamente contrarias a la
iniciativa, se haya avanzado al menos en una discusión del tema en términos
bastante razonables, como lo exteriorizó oportunamente la diputada nacional
Margarita Stolbizer (FAP) al destacar el "marco de respeto y resguardo del
debate" con el que el Senado inauguró la discusión (lo que la llevó a su
vez a expresar su anhelo de que la Cámara de Diputados replicara la misma
fórmula).
Ese movimiento hacia una consideración más reflexiva del
tema dentro de la clase política también se detectó en un estudio de CarlosFara & Asociados divulgado el día de la primavera: según esta consultora,
la iniciativa oficial de habilitar el voto de jóvenes mayores de 16 años es
reprobada por el 70% de los consultados, aunque en comparación con un sondeo
efectuado en mayo tiene una mejor aceptación entre los consultados, de los
cuáles el 28% avala la idea, el doble que en la encuesta de hace cuatro meses
atrás.
La investigación se hizo en Capital Federal y el conurbano
bonaerense entre el 8 y el 11 de septiembre dejó como dato saliente el
crecimiento de la aceptación del denominado voto joven en los 442 casos que se
tomaron. En mayo pasado, solamente el
14% de los encuestados estaba de acuerdo con bajar la edad de los votantes.
Este mes, en medio del debate del Senado, ése número se duplicó, ya que de los
encuestados el 28% respalda el proyecto que, sin embargo, sigue siendo
cuestionado por siete de cada diez consultados.
1 comentario:
Gracias Leandro!
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