|Opinión: Por Alvaro Arroyo*
La realidad política que
mostraron las últimas elecciones legislativas del año 2013 en la provincia de
Córdoba refleja un oficialismo provincial relativamente deteriorado: no llegó a
captar el 30% de los votos, muy lejos de la performance alcanzada en las
elecciones provinciales de 2011 cuando se alzó con casi el 45%. Luego del
denominado “narcoescándalo” y del amotinamiento policial con los posteriores
saqueos del mes de diciembre, el rechazo de la opinión pública hacia el
Gobierno comandado por Unión Por Córdoba trepó hasta un 60% de imagen negativa según lo
indica una reciente encuesta publicada por la consultora ARESCO. No obstante,
desde el año 2011, la dispersión de la oposición con un electorado fragmentado en
distintas fuerzas políticas -UCR, Frente Cívico, CC-ARI- le impidió erigirse
como una alternativa competitiva al PJ. La disgregación obliga a sus
principales integrantes a realizar acuerdos entre sí para lograr mayor
competitividad electoral y alcanzar el gobierno. El camino a las elecciones
provinciales de 2015 presenta una difícil encrucijada y, a la vez, una nueva
oportunidad a los opositores para dejar de lado vanas divisiones y construir
una opción sólida con el fin de disputar el poder en la provincia.
Luego de casi 15 años de una
gestión del PJ caracterizada por su corrupción, ocultada tras una propaganda
demagógica, los cordobeses vivimos en una provincia gravemente endeudada, con
un creciente déficit fiscal, alta presión tributaria, conflictos por
desintegración social, prácticas mafiosas vinculadas al narcotráfico y la
inseguridad, grandes obras de infraestructura inconclusas y con regiones
olvidadas y seriamente atrasadas. Ante este cuadro de situación, surge una
demanda mayoritaria por parte de un electorado que no se siente representado
por el PJ, para que la oposición presente una oferta unificada.
La opinión pública reclama una
fuerza política nueva que articule un espacio democrático de participación para
dichos sectores. Si la oferta es confiable buena parte del electorado estaría
dispuesto a apostar por ella. Para los partidos que a nivel nacional integran
el Frente Amplio UNEN -Unión Cívica Radical, Partido Socialista, Coalición
Cívica ARI, Libres del Sur, GEN, Frente Cívico- esto constituye un incentivo
para unirse. En las últimas semanas, destacados referentes de dichos partidos
tales como Oscar Aguad, Griselda Baldata, Roberto Birri e incluso Luis Juez,
han señalado la necesidad de conformar alianzas y generar consensos para lograr
una nueva mayoría. Esto es, converger en un frente con continuidad que pueda
ser una alternativa seria al PJ en la provincia de Córdoba.
Esta empresa, implica ofrecer una
estructura orgánica con presencia institucional y despliegue territorial, más
que una figura carismática. En este sentido, es importante evitar el
personalismo: hay sobradas muestras de la inutilidad de los intentos
unilaterales de crecimiento. El éxito de una coalición reside en que los
partidos sean los protagonistas de una construcción plural, con discusión
horizontal que neutralice el internismo y las rivalidades entre sus dirigentes.
Este desafío requiere establecer una instancia de gestión política capaz de
coordinar las actividades y recursos de los posibles “socios”, resolver
conflictos de estrategia, programáticos y de candidaturas. Para esto último
puede resultar muy útil la utilización de las primarias abiertas y obligatorias
como lo hiciera UNEN en la Ciudad de Buenos Aires.
Mirando hacia el este, hay otra
experiencia exitosa de este tipo como lo es el caso del Frente Progresista
Cívico y Social de Santa Fe -integrado por el PS, la UCR y la CC-ARI-. La creación
del FPCyS permitió en 2007 desplazar al peronismo que gobernaba la provincia
ininterrumpidamente desde 1983. Demuestra que se puede llevar adelante una
gestión pública de calidad en la provincia, y en sus principales ciudades, aún
siendo un frente diverso. Para neutralizar la dispersión ideológica de la
coalición es necesario consensuar un programa de gobierno con un diagnóstico
compartido y un mecanismo para coordinar los instrumentos de gestión. También,
es indispensable demostrar coherencia a la hora de votar en la Legislatura para
ser creíbles. De lo contrario, en los próximos años Córdoba se asemejará más a
sus vecinas San Luis, La Rioja o Santiago del Estero que cuentan con gobiernos
feudales basados en el clientelismo y la corrupción.
Por su parte, las juventudes de
los distintos partidos mencionados pueden aportar nuevos cuadros formados para
la gestión, que militen para aunar esfuerzos y reconciliar a la dirigencia
partidaria, dejando de lado los vicios de la vieja política y rescatando las
mejores virtudes de los referentes con más experiencia.
Córdoba se merece un gobierno
honestamente progresista basado en la transparencia de la gestión pública y en
la participación ciudadana, que trabaje por una provincia más igualitaria y
menos violenta como la que todos anhelamos.
|Perfil
(*)Alvaro Arroyo es estudiante de la Licenciatura
en Ciencia Política y Administración Pública de la Universidad Nacional de Río
Cuarto -UNRC-. Además, es integrante de la Mesa regional Río Cuarto de la Coalición Cívica
ARI.
2 comentarios:
Con partidos en franca decadencia y minados por la corrupción y la ineptitud, como la UCR en el gobierno municipal, será muy difícil llegar a acuerdos en Córdoba. ¿Qién desea hoy sacarse una foto al lado de ciertos personajes escrachados repetidas veces en los medios, por negocios incompatibles con la función pública? Pensar hoy en una alianza con esta declinante UCR eqivale a un suicidio político, estimado joven Arroyo. guidodione@gmail.com-
Con partidos en franca decadencia y minados por la corrupción y la ineptitud, como la UCR en el gobierno municipal, será muy difícil llegar a acuerdos en Córdoba. ¿Qién desea hoy sacarse una foto al lado de ciertos personajes escrachados repetidas veces en los medios, por negocios incompatibles con la función pública? Pensar hoy en una alianza con esta declinante UCR eqivale a un suicidio político, estimado joven Arroyo. guidodione@gmail.com-
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