Por
Gaby Otazo*
El impacto de las
nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TICs), y el surgimiento
y masificación de Internet, han cambiado la forma de relación y comunicación en
todos los ámbitos de la vida humana, especialmente la de los políticos y los
jóvenes argentinos.
La nueva era de la
información anticipada por Manuel Castells
se hace presente cada vez más en nuestra sociedad. La conectividad, el
intercambio y los rápidos flujos de información
con participación ciudadana son algunos de los rasgos que caracterizan a
la comunicación de Argentina.
Los líderes
políticos influidos por estas transformaciones adoptan nuevas estrategias que
implican mayor rapidez y oportunidad en la administración de la información, una
mayor elaboración de mensajes crecientemente segmentados -es decir, adecuados a
las particularidades de un electorado cada vez más diverso- y un alto
desarrollo de capacidad en la administración del diálogo público.
Por otro lado, estas
transformaciones de las tecnologías de comunicación y sus implicancias han creado nuevos espacios de participación ciudadana,
una ciudadanía 2.0 que encontró su espacio en Internet y que se caracteriza por
el intercambio permanente de información multidireccional, horizontal y
dinámica. Esta nueva ciudadanía ha dejado de ser -en menor medida- consumidora
pasiva y se ha convertido en “prosumidora”, es decir, productora y consumidora
de información.
De esta manera, el
nacimiento de la ciudadanía 2.0 guarda
consonancia con la evolución que ha tenido Internet o más precisamente la Web
en las últimas décadas. Cuando decimos 2.0 estamos hablando de una condición
que califica a una nueva generación de contenidos y plataformas de internet:
horizontal -los usuarios, a diferencia de la web 1.0, pueden interactuar con el
contenido y con otros usuarios, creando redes y comunidades-; bidireccional -los
usuarios establecen un feedback -ida y vuelta-
de información con otros usuarios-; y es dinámica -el contenido es
libre, creado por los usuarios prosumidores que trabajan colaborativamente-.
En este sentido,
cada vez que hablamos de Internet, redes sociales y nuevas tecnologías, siempre
lo asociamos a los más jóvenes, como si fueran términos análogos y, en cierto
modo, es una afirmación muy certera y que data de investigaciones académicas de
hace décadas.
Esta relación sinónima de conceptos guarda
relación con el asiento de cada generación con su correspondiente paradigma
tecnológico. De manera que podemos hablar de generación X, Y, Z, Google, etc.
Pero la que nos ocupa ahora es sin dudas la de los nativos digitales
argentinos, es decir, aquella generación
nacida durante los años 80 y 90 del siglo XX, que han crecido durante el
desarrollo de las tecnologías de información y comunicación.
En este sentido, durante
los últimos años, el estudio de estas
nuevas generaciones que se vinculan con las nuevas tecnologías y sobre todo en
época de campañas electorales en Argentina, han tenido un crecimiento
exponencial, sobretodo cuando hablamos de Política 2.0, Ciberpolítica o más
precisamente Ciberactivismo político.
Sin embargo,
recordemos que este tipo de actividad está vinculada a las posibilidades de
acceso a Internet, que según un relevamiento privado que destacó la competencia
y las políticas activas como factores que impulsaron la expansión, “tres de
cada cuatro personas que viven en el país poseen conexión a la red a través de
una computadora o un dispositivo móvil”; es decir, el 75% de los argentinos. Aclarado esto no hace falta más estadísticas
-no solamente de internet- para afirmar que
los jóvenes participan mucho más que en 2001, un año conocido por la famosa frase “Que
se vayan todos”, enmarcado por una crisis de Representación Política, Social y
Económica, donde los niveles de participación ciudadana en política eran casi
nulos. De este modo, transcurrido un
poco más de una década de aquél trágico año para la institución democrática
Argentina, se hace imposible haber pensado en aquellos años el crecimiento de
credibilidad y renovado depósito de confianza ciudadana en los políticos, una
verdadera construcción de ciudadanía que se ha trabajado en todos los estratos
y niveles de gobierno.
Más allá de la crisis de representación y la posterior desagregación
de los partidos políticos tradicionales, el surgimiento de nuevas formas de
liderazgo que promueven una relación sin intermediaciones con la ciudadanía, y
algunas transformaciones normativas específicas -como la Ley de Democratización
y Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral Nº26.571/09,
que impide que las fuerzas políticas adquieran espacios audiovisuales
destinados al proselitismo y que -al mismo tiempo- determina la participación
mediática igualitaria de toda la oferta en el período preeleccionario, pero que
también limita fuertemente la extensión de las campañas electorales-, podemos
decir que en Argentina se han promovido el desarrollo de nuevas estrategias de
vinculación y comunicación política.
En toda sociedad,
las diferencias entre la vieja política y la nueva política comunicacional es
cada vez más estrecha. Existe una fusión y una coexistencia de ambas. En este
sentido la vieja política que transcurría
fuera de los espacios virtuales -porque no existían- y que adoptaba métodos más
tradicionales del puerta a puerta, boca a boca y de medios tradicionales y por
otro lado, nueva política, la 2.0 que plantea una nueva forma de comunicar
política a través de las plataformas webs y redes sociales, que hoy día cumplen
un rol fundamental para el desarrollo y planificación de toda estrategia de
campaña electoral, más aún las redes sociales, donde concentra a más de 1000
millones de usuarios a nivel mundial.
Sin embargo, más
allá de que todo político necesita adaptarse a las nuevas tecnologías de la
información y comunicación para crear nuevas estrategias que permitan acercarse
a los jóvenes, es necesario saber que la comunicación política no se agota en
las técnicas de transmisión de mensajes en Twitter, en Facebook o en la FanPage
del candidato, sino que son nuevos canales de comunicación que permiten llegar
a más personas -recordemos el problema de conectividad de Internet-. De modo
que la verdadera comunicación política es la offline, la que está cercana a las
personas, aquella que es de “puerta a
puerta” donde el político puede escuchar en primera persona y de forma física
los problemas de las personas.
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(*)Perfil de Gaby Otazo
Santafesino de 24 años.
Diplomado en Ciencia Política. Tesista: Política 2.0 en Argentina.
Ganó una mención como “Líder Emergente - Los 12 bajo 30” en The Victory Awards.
Miembro de @eparlamentario y Marketing Político en la Red.
Santafesino de 24 años.
Diplomado en Ciencia Política. Tesista: Política 2.0 en Argentina.
Ganó una mención como “Líder Emergente - Los 12 bajo 30” en The Victory Awards.
Miembro de @eparlamentario y Marketing Político en la Red.
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