miércoles, 16 de abril de 2014

Jóvenes 2.0 y participación política

El impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TICs), y el surgimiento y masificación de Internet, han cambiado la forma de relación y comunicación en todos los ámbitos de la vida humana, especialmente la de los políticos y los jóvenes argentinos.
La nueva era de la información anticipada por Manuel Castells  se hace presente cada vez más en nuestra sociedad. La conectividad, el intercambio y los rápidos flujos de información  con participación ciudadana son algunos de los rasgos que caracterizan a la comunicación de Argentina.
Los líderes políticos influidos por estas transformaciones adoptan nuevas estrategias que implican mayor rapidez y oportunidad en la administración de la información, una mayor elaboración de mensajes crecientemente segmentados -es decir, adecuados a las particularidades de un electorado cada vez más diverso- y un alto desarrollo de capacidad en la administración del diálogo público.
Por otro lado, estas transformaciones de las tecnologías de comunicación y sus implicancias  han creado  nuevos espacios de participación ciudadana, una ciudadanía 2.0 que encontró su espacio en Internet y que se caracteriza por el intercambio permanente de información multidireccional, horizontal y dinámica. Esta nueva ciudadanía ha dejado de ser -en menor medida- consumidora pasiva y se ha convertido en “prosumidora”, es decir, productora y consumidora de información.
De esta manera, el nacimiento de la ciudadanía 2.0  guarda consonancia con la evolución que ha tenido Internet o más precisamente la Web en las últimas décadas. Cuando decimos 2.0 estamos hablando de una condición que califica a una nueva generación de contenidos y plataformas de internet: horizontal -los usuarios, a diferencia de la web 1.0, pueden interactuar con el contenido y con otros usuarios, creando redes y comunidades-; bidireccional -los usuarios establecen un feedback -ida y vuelta-  de información con otros usuarios-; y es dinámica -el contenido es libre, creado por los usuarios prosumidores que trabajan colaborativamente-.
En este sentido, cada vez que hablamos de Internet, redes sociales y nuevas tecnologías, siempre lo asociamos a los más jóvenes, como si fueran términos análogos y, en cierto modo, es una afirmación muy certera y que data de investigaciones académicas de hace décadas.
 Esta relación sinónima de conceptos guarda relación con el asiento de cada generación con su correspondiente paradigma tecnológico. De manera que podemos hablar de generación X, Y, Z, Google, etc. Pero la que nos ocupa ahora es sin dudas la de los nativos digitales argentinos, es decir,  aquella generación nacida durante los años 80 y 90 del siglo XX, que han crecido durante el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación.
En este sentido, durante los últimos años,  el estudio de estas nuevas generaciones que se vinculan con las nuevas tecnologías y sobre todo en época de campañas electorales en Argentina, han tenido un crecimiento exponencial, sobretodo cuando hablamos de Política 2.0, Ciberpolítica o más precisamente Ciberactivismo político. 
Sin embargo, recordemos que este tipo de actividad está vinculada a las posibilidades de acceso a Internet, que según un relevamiento privado que destacó la competencia y las políticas activas como factores que impulsaron la expansión, “tres de cada cuatro personas que viven en el país poseen conexión a la red a través de una computadora o un dispositivo móvil”; es decir, el 75% de los argentinos.  Aclarado esto no hace falta más estadísticas -no solamente de internet- para afirmar que  los jóvenes participan mucho más que en  2001, un año conocido por la famosa frase “Que se vayan todos”, enmarcado por una crisis de Representación Política, Social y Económica, donde los niveles de participación ciudadana en política eran casi nulos.  De este modo, transcurrido un poco más de una década de aquél trágico año para la institución democrática Argentina, se hace imposible haber pensado en aquellos años el crecimiento de credibilidad y renovado depósito de confianza ciudadana en los políticos, una verdadera construcción de ciudadanía que se ha trabajado en todos los estratos y niveles de gobierno.  
Más allá  de la crisis de  representación y la posterior desagregación de los partidos políticos tradicionales, el surgimiento de nuevas formas de liderazgo que promueven una relación sin intermediaciones con la ciudadanía, y algunas transformaciones normativas específicas -como la Ley de Democratización y Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral Nº26.571/09, que impide que las fuerzas políticas adquieran espacios audiovisuales destinados al proselitismo y que -al mismo tiempo- determina la participación mediática igualitaria de toda la oferta en el período preeleccionario, pero que también limita fuertemente la extensión de las campañas electorales-, podemos decir que en Argentina se han promovido el desarrollo de nuevas estrategias de vinculación y comunicación política.
En toda sociedad, las diferencias entre la vieja política y la nueva política comunicacional es cada vez más estrecha. Existe una fusión y una coexistencia de ambas. En este sentido la vieja política  que transcurría fuera de los espacios virtuales -porque no existían- y que adoptaba métodos más tradicionales del puerta a puerta, boca a boca y de medios tradicionales y por otro lado, nueva política, la 2.0 que plantea una nueva forma de comunicar política a través de las plataformas webs y redes sociales, que hoy día cumplen un rol fundamental para el desarrollo y planificación de toda estrategia de campaña electoral, más aún las redes sociales, donde concentra a más de 1000 millones de usuarios a nivel mundial.
Sin embargo, más allá de que todo político necesita adaptarse a las nuevas tecnologías de la información y comunicación para crear nuevas estrategias que permitan acercarse a los jóvenes, es necesario saber que la comunicación política no se agota en las técnicas de transmisión de mensajes en Twitter, en Facebook o en la FanPage del candidato, sino que son nuevos canales de comunicación que permiten llegar a más personas -recordemos el problema de conectividad de Internet-. De modo que la verdadera comunicación política es la offline, la que está cercana a las personas,  aquella que es de “puerta a puerta” donde el político puede escuchar en primera persona y de forma física los problemas de las personas.
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(*)Perfil de Gaby Otazo

Santafesino de 24 años.
Diplomado en Ciencia Política. Tesista: Política 2.0 en Argentina.
Ganó una mención como “Líder Emergente - Los 12 bajo 30” en The Victory Awards.
Miembro de @eparlamentario y Marketing Político en la Red.

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