miércoles, 24 de febrero de 2016

Los jóvenes toman la iniciativa en el espacio político latinoamericano

Por Benita Cuellar
Análisis publicado en Bez

PH: Marcos Brindicci - Reuters
En los últimos años irrumpieron a través de movimientos o colectivos protestando por temas como el medio ambiente, derechos humanos y educación. Están aquellos que se preocupan por lo social mediante formas de participación no necesariamente vinculadas al Gobierno, a la par de los que ven espacios propicios para realizar sus reclamos en la arena política. Aunque la participación en los partidos políticos tradicionales es sólo del 13%.

Las formas de movilización y expresión juveniles que emergen en América Latina cobran protagonismo e imponen, en cada país, nuevos temas en la agenda política a la vez que imponen otra forma de lógica social. Los jóvenes no sólo reaccionan a la pérdida de un derecho o ataque desde el Gobierno sino que toman la iniciativa con renovado ímpetu. “Hay dos expresiones. Por un lado están los que participan por canales alternativos a la política, no pasan por el vínculo con el Estado y buscan otros espacios mediante la discusión y la acción directa. La otra es novedosa, son juventudes políticas que se sienten interpeladas por el Estado, grupos políticos que ven un espacio de disputa como herramienta para el cambio social. Están presentes en Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil y Argentina”, manifiesta Pablo Vommaro, doctor en Ciencias Políticas. De este modo, la contribución política juvenil no es nueva sino que tiene características similares en cada coyuntura. “En los últimos 15 años, en América Latina, se ha producido un incremento en la participación con mayor visibilidad, con formas de organización creativas e intervención en el espacio público que ha generado un cambio no verificado en otras generaciones”, destaca Vommaro.
Según Adriana Cáceres (politóloga y coordinadora del equipo de Juventud en Fundación Pensar de Argentina), la presencia de los jóvenes aumentó en los ámbitos socio-políticos. Están más comprometidos en las cuestiones que rodean su vida y entorno y se involucran no solo a través de los partidos políticos, sino también participando en asociaciones civiles, instituciones religiosas o agrupaciones no formales. En muchos casos la disconformidad con la realidad social en la que están insertos es la que los lleva a involucrarse para transformarla.
Ernesto Rodríguez, sociólogo y director del Centro Latinoamericano sobre Juventud (CELAJU), en Diálogos de Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (Siteal) , profundiza sobre la temática y revela que las políticas de juventud preocupan más a los Gobiernos, en buena medida por la irrupción de los movimientos juveniles que en algunos países tuvieron un gran impacto. “El más notorio es el caso de Chile, donde varios de los dirigentes del movimiento estudiantil que lograron un protagonismo en la escena pública, ahora ocupan lugares en el Congreso. Pero hubo otro tipo de conquistas que no tuvieron la misma suerte, como`Yo Soy 132´en México, con un protagonismo viral en el 2012 durante la campaña electoral que terminó con el triunfo de Enrique Peña Nieto como presidente, pero después entró en un proceso de desmovilización. Ahora resurgieron a propósito de las peleas con las grandes cadenas mediáticas en relación con las leyes por el control de Internet”, explica Rodríguez. Además, destaca la participación del movimiento estudiantil colombiano que se opuso fuertemente a una reforma universitaria promovida por el Gobierno. A la vez, menciona que recientemente han hecho su aparición movimientos bien distintos a los tradicionales como es el caso de los rolezinhos” en Brasil, son jóvenes de clase baja, que se convocan por redes sociales e invaden los grandes centros  comerciales, para pedir ser contemplados en el mundo del consumo capitalista contemporáneo. “El desafío juvenil ya está entre nosotros, y tendrá una vigencia central en los próximos veinte años, por lo que debe ser atendido prioritariamente en estas dos décadas claves”, reflexiona el sociólogo.

De la calle a los Gobiernos
Según Vommaro, en los últimos años surgieron organizaciones juveniles que volvieron a confiar en el Estado. Éstas participan de las políticas públicas, se integran pensando que este será un campo de disputa y conflicto para conquistar o una herramienta para el cambio social. Orientan su mirada hacia la participación estado-céntrica, integrando listas de legisladores, diputados, funcionarios de los Gobiernos. Tal es el caso de Chile, Argentina, Uruguay y Brasil.
Con el ascenso a los Gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana en la región (Argentina, 2003; Paraguay, 2008; Uruguay, 2004; Bolivia, 2006; Brasil, 2003 y Ecuador, 2007), comenzó un nuevo ciclo, en el que se reconoció a los jóvenes como sujetos políticos. En definitiva, en América Latina se recuperó una forma de hacer política que se había extinguido con las dictaduras. La participación política volvió a cobrar importancia en la sociedad y entre las personas jóvenes.
Estas nuevas configuraciones escapan a los patrones tradicionales que se observaban en el siglo XX e inicios del siglo XXI. Raúl Zarzuri, sociólogo e investigador en temas de jóvenes en el Centro de Estudios Socioculturales (CESC) de Chile, señala como causa de este fenómeno la baja militancia en los llamados partidos políticos tradicionales. “Los estudios, muestran que solo un 5% del total de los chilenos milita en partidos tradicionales. Hoy en día, el compromiso con la política no está anclado a las figuras tradicionales que ejemplificaban al militante clásico. Por lo tanto, las convocatorias a participar se comienzan a realizar desde un lugar distinto, donde la nueva militancia valora la vida familiar y personal y no va a permitir que su ‘yo’ se disuelva en el colectivo totalmente”, destaca Zarzuri. 
La calle es espacio de expresión de las nuevas formas de politicidad, allí se congregan los jóvenes de entre 15 y 35 años, explica Zarzuri. La participación se estructura en cuestiones puntuales (marchas, acciones culturales o acciones de reivindicación temática, animalistas, veganos, contra la discriminación, entre otras), para disolverse y luego aparecer cuando son nuevamente convocados.
Chile
Para Zarzuri, el caso paradigmático es el movimiento secundario y universitario en Chile, que se manifestó a partir del mochilazo de 2001. Alcanzó su punto máximo en el 2006, con el movimiento Pingüino que puso en jaque al primer Gobierno de la presidenta Bachelet, con mayor visibilidad mediante marchas y tomas de colegios. Tras años de lucha, a finales de 2015, lograron que el Congreso aprobara la Ley de Educación Universitaria Gratuita. “Ellos fueron el puntapié para que germinaran otros movimientos. Es el caso de Revolución Democrática e Izquierda Autónoma, donde militan ex dirigentes universitarios como Giorgio Jackson y Gabriel Boric, ambos elegidos diputados. A los que se les suma la Izquierda Libertaria. Claro está que se construyen nuevos referentes políticos que intentan apartarse de la forma tradicional de hacer política en Chile, cuestión que es apoyada por otros ex dirigentes estudiantiles como Karol Cariola y Camila Vallejo, que están en partidos más clásicos como el Partido Comunista”, remarca Zarzuri.

Venezuela
En Venezuela pasó algo similar. Con la llegada de Hugo Chávez al poder, buena parte de los jóvenes se sintieron relegados de lo que llamaban las bondades de los 40 años de Democracia. Según, la ex dirigente juvenil Delsa Solorzano, ahora diputada y vicepresidente del partido socialdemócrata Un Nuevo Tiempo, hubo una crítica hacia el gobierno chavista que les obligó a reflexionar e involucrarse en la política. Con 18 años de militancia, destaca: “somos de la generación de jóvenes que salimos a la calle a luchar, a defender la Democracia. La irreverencia de la juventud nos permitió seguir adelante sin miramientos y tener objetivos claros para saber hacia dónde vamos. En América Latina hay generaciones nuevas, pero aún falta mucho para despertar. Los jóvenes debemos oponernos a la utilización de las ideologías como excusas simples para oprimir. Hoy Venezuela vive una crisis política e institucional grave. Son momentos muy duros y, por eso, creo que los jóvenes tenemos la responsabilidad de rescatar a nuestro país”.

Brasil
La antropóloga de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, Rita Alves,revela que el Movimiento Free Pass es el más visible en los últimos años. Protestan por el transporte público, la mejora de estos servicios y la transparencia en las cuentas públicas de este sector. Otro es Slutwal (movimiento transnacional), que levantó su bandera por el feminismo, la legalización del aborto y la denuncia de violencia contra las mujeres. Hace unos meses, los estudiantes de secundaria de São Paulo ocuparon 200 escuelas públicas buscando mejoras en la calidad de la enseñanza y una mayor participación. “Estas manifestaciones juveniles articulan temas sociales, políticos y culturales. No se sienten representados por los partidos políticos, o por los gobiernos”, afirma Alves.

Colombia
Patricia Botero Gómez, Profesora Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad de Manizales advierte que “el exterminio selectivo y sistemático de jóvenes que pertenecen a sectores populares, afrodescendientes y campesinos; la reducción de la vida material, simbólica y moral de los jóvenes al destino de una cárcel, una fosa común o el servicio de los ejércitos legales e ilegales, son ejemplos concretos de los juvenicidios en Colombia”. De este modo, las movilizaciones por la construcción de políticas generacionales están cimentadas en la resistencia y en la búsqueda de un futuro plural. Ejemplo de ello son: la Minga social, la participación de jóvenes urbanos en el Tejido de Comunicación Caminando la palabra digna, comienzo de investigaciones por los jóvenes del río Yurumanguí. Los colectivos de jóvenes, las redes de acciones políticas plurales están haciendo que se respire un nuevo aire, una nueva generación política -otro espíritu de la época- destaca Botero Gómez, caracterizado por realidades que no han estado enteramente colonizadas por la mercantilización de la vida, el sobreconsumo, el aislamiento y el  individualismo.

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