lunes, 21 de septiembre de 2015

Lo que Bustos nos dejó

185° aniversario de su muerte
Un repaso por sus aportes a la construcción de un país más igualitario y federal, nos obliga a pensar los desafíos pendientes en esa dirección, a 185 años de su muerte.
Que a la historia la escriben los ganadores, eso ya se sabe. Quizás por eso la figura de Juan Bautista Bustos, un emblema del federalismo, haya sido omitida en los anaqueles de las memorias argentinas que comenzaron a escribirse a partir de 1860, tras la victorita del proyecto centralista de país. Al cumplirse el 185º aniversario de su muerte, y ante un federalismo vapuleado, los cordobeses tenemos la obligación de reivindicar los aportes de Bustos a la historia de nuestro país y, desde allí, animarnos a pensar nuevos desafíos.
Es propio de los grandes corazones descubrir las necesidades más urgentes de su época y consagrarse a ellas. Juan Bautista Bustos fue uno de esos hombres. Nacido el 29 de agosto de 1779, en Santa María de Punilla, había elegido la carrera militar en una época en que los destinos de los pueblos se definían en las batallas. Se destacó dando muestras de valor en la defensa de Buenos Aires ante los ingleses en 1806 y 1807. Más tarde, sería una de las voces del interior del país que intervendría en la Revolución de Mayo.

De militar valiente a líder federal
El giro copernicano de Bustos, por el cual pasó de ser un valiente militar a un referente ineludible del federalismo argentino, sucedió en el motín de Arequito, en 1820. Junto a otros patriotas representantes del interior que formaban parte del Ejercito Libertador del Norte, habían recibido la orden del Directorio de reprimir las montoneras federales de Estanislao López y Pancho Ramírez. Se negaron a cumplir esa orden de ser parte de esa guerra civil, expresando el ideal sanmartineano de la unidad nacional. Este acontecimiento fue una bisagra en la historia nacional, ya que era la primera vez que las provincias del interior se imponían al gobierno centralista porteño y, de esta manera, abrían el camino para un proyecto de país federal que buscaba sentar las bases en una democracia igualitaria entre los pueblos del interior.
A partir de allí la vida política de Bustos comenzó a tomar relieve. Al volver a Córdoba, en 1820, fue electo como primer gobernador constitucional de la provincia y, mediante dos mandatos consecutivos, sentó las bases para la organización del Estado provincial. En este periodo llevó adelante un gobierno progresista orientado a los sectores  del trabajo rural, fundamentalmente ganaderos, al bajo clero y contó con el apoyo de algunos artiguistas; promulgó una Constitución Provincial -el Reglamento Provincial-, que consagraba el respeto por los derechos, las libertades individuales y la libertad de prensa; creó la Junta Protectora de Escuelas para promover la educación elemental en las escuelas rurales; realizó mejoras edilicias y en los planes de estudio en la Universidad Nacional de Córdoba;  reglamentó el comercio propiciando libertad de exportar e importar pero protegiendo las industrias locales, con impuestos y tasas de Aduana; modernizó la imprenta, el sistema de correos y desarrolló obras como el desagüe de Río Primero y el puente de la Cañada a la altura de 9 de julio.  
Su frondosa obra interna no le impidió tener un papel destacado en la política nacional. Bustos había logrado estrechar relaciones con el resto de las provincias desde temprano, gracias al Tratado de Benegas de 1820, desde el cual se convocó a un Congreso General Constituyente en nuestra provincia, que más tarde sería abortado desde Buenos Aires; mantuvo muy buenas relaciones con San Martín y Güemes, a quienes apoyó enviando refuerzos a las batallas del norte; al igual que con Gervasio Artigas, líder de la Liga de los Pueblos Libres, y con Manuel Dorrego, caudillo federal que gobernaba Buenos Aires, en quien delegó las facultades para representar a las provincias en las relaciones exteriores. Asimismo, acercó posiciones con Facundo Quiroga a los fines de oponerse a los propósitos de Rivadavia y, con todo el interior, se negaron a aceptar la Constitución unitaria de 1826. En mayo de 1827 lanzó una propuesta para organizar la república sobre bases federales.
Lejos del privilegio actual de dirimir las diferencias en las urnas, por entonces los proyectos políticos se imponían con las armas. Así fue que la tensión reinante en el país culminó con el motín unitario del 1º de diciembre de 1828, en el que fusilaron a Dorrego, y con el avance del General José María Paz sobre Córdoba, tras el cual logró derrocar a Bustos en la batalla de San Roque, el 22 de abril de 1829.   
Facundo Quiroga acude a apoyar al gobernador depuesto, pero ambos son derrotados por Paz, en las batallas de La Tablada y en Oncativo. Finalmente, Bustos murió el 19 de septiembre de 1830,  en Santa Fe, tras no poderse recuperar de las graves heridas que le provocó saltar al río con su caballo cuando lo perseguía una patrulla que lo intimaba a la rendición ¡Eligió dar un salto a la gloria!

Pararse en los hombros de un gigante
Dicen que si un enano se para en los hombros de un gigante verá más allá que el gigante. Hoy vale la pena subirse a los hombros de Bustos y mirar más allá. A nuestra generación le servirá  tomar nota no sólo de sus hazañas para construir un país justo sobre las bases de un federalismo fuerte, sino también del valor para consagrar su vida a luchar por causas que valen la pena. En este sentido, nos animamos a postular tres ejes en los que deberíamos seguir trabajando para avanzar en la construcción de una Argentina más justa:
- Escribir nuestro proyecto nacional con la participación de todos los sectores: el hecho fundamental de la Revolución de Mayo lo constituyó la reversión de la soberanía al pueblo. Hoy, ante la crisis de legitimidad de la dirigencia política, hay que lograr que a la soberanía la ejerza el pueblo participando activamente en la construcción de un proyecto verdaderamente nacional, es decir, con el aporte de todos los sectores del país. Como en una orquesta sinfónica, precisamos dirigentes que avizoren el bien común y se pongan al servicio de cada sector para aportar lo mejor de sí en orden al bien común, armonizando los intereses de todos. Sólo así lograremos unificar los esfuerzos en pos de un destino común, involucrando la experiencia, los intereses y la fuerza de la gran mayoría, fijando políticas de Estado a largo plazo, construyendo instituciones fuertes y logrando comprometer el esfuerzo de todos. ¡En la suma de nuestras voces está la sabiduría; en la unidad, la fortaleza!
- Garantizar la justicia social: si queremos que todos participen activamente en la vida del país, no podemos olvidarnos que hay un 30 por ciento de argentinos que viven bajo la línea de la pobreza y claman por ser incluidos. La verdadera inclusión es una moneda con dos caras. Por una lado, debemos garantizar las condiciones de vida digna desde la infancia, pasando por su juventud hasta la vejez; y segundo, asegurar una educación de calidad para los excluidos y generar nuevos puestos de trabajo para que cada hombre logre ser por sí mismo artífice de su propio destino. El trabajo dignifica al hombre, sostiene a la familia y es el gran ordenador social. Por eso debemos aspirar a una sociedad en la que cada argentino produzca al menos lo que consume. Esta será un arma eficaz para combatir el consumo de drogas, la inseguridad y la delincuencia. ¡El fruto de la justicia es la paz!
- Impulsar la unidad latinoamericana: muchos de los problemas que hoy atraviesan las naciones sólo se resuelven en el ámbito internacional, donde las reglas de juego las pone el más fuerte y las cumple el más débil. Por eso, ante esta etapa de la globalización en la que priman los acuerdos de Estados continentales (China  cuenta con 1.350 millones de habitantes; India, 1.200 millones, la UE, 507 millones y EEUU, 320 millones), sin duda a la Argentina le convendría fijar postura común con los países del Mercosur (300 millones) y los de América Latina (617 millones). Como decía Juan Domingo Perón: el siglo 21 nos encontrará unidos o dominados.
Que a la historia la escriben los ganadores, eso ya lo hemos dicho. Por eso pretendemos que la historia de la Argentina del Bicentenario sea escrita con la dignidad de los que trabajan, con el aporte de todos, con la alegría de vivir en unidad y concordia, ofreciéndole un futuro mejor a cada habitante de este suelo. Será el mejor homenaje que podamos rendirle a un hombre como Bustos –a todos los que nos antecedieron-, y la mejor herencia para nuestros hijos.

Sobre el autor:
(*)Cristian García de Álamo tiene 28 años. Es Licenciado en Comunicación Social, título que recibió en la Escuela de Ciencias de la Información, de la Universidad Nacional de Córdoba. Tiene 28 años, nació en Villa Dolores y vive en la ciudad de Córdoba. Es autor del libro: “El diario de los argentinos: características de nuestro ser nacional a la luz del Bicentenario”. Seguí a Cristian en Twitter.


2 comentarios:

Elvia Y dijo...

Felicidades por tu artículo, sigue compartiendo tu sabiduría

Elvia Y dijo...

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